Jorge Cabrera
Leí por ahí y lo comprobé por aquí, «la amistad verdadera trasciende el tiempo y el espacio».
Así, cuando nos encontramos con verdaderos amigos, incluso después de meses o años (25) sin verlos, nuestros corazones se llenan de alegría. La confianza cosechada nos permite retomar el vínculo y la conversación de una forma sorprendentemente fácil y fluida. Es entonces cuando nuestra mutua compañía se convierte en un goce en sí mismo, donde no caben la hipocresía ni los silencios incómodos.
La ‘visita’ de nuestros caros amigos, Grachi y Santi, confirma que con el tiempo y la experiencia, la «amistad verdadera» nos permite cultivar la cualidad de la «amigabilidad». Es decir, ser amigable con las personas que se cruzan por nuestro camino.
Si bien sólo podemos estar unidos en amistad a unas cuantas personas, podemos desarrollar la amigabilidad hacia todo el mundo. La práctica diaria de esta actitud amable y amorosa es la llave que abre las puertas de la abundancia, la plenitud y la prosperidad dentro de nuestro propio ser.
Veinticinco años pasaron, experiencias de todo tipo y colores han formado parte de la historia de uno y otro lado, las mismas sirvieron para demostrarnos qué la verdadera amistad no se apaga nunca ni con el tiempo ni con la distancia.
Los Super’s para siempre!
